viernes, 10 de julio de 2009

Ciberkarma para Estados Unidos por desechar tecno basura en África

tecnobasura_africa_ghana_desechos_tecnologicos No es una novedad que las naciones industrializadas utilicen como basureros para sus productos hi-tech a los países pobres. La novedad es que si hasta ahora las rutas favoritas del tecno-trash llevaban hasta áreas remotas del extremo oriente -como las provincias mas pobres de China- recientemente el camino de computadoras, scanners, impresoras, hard drives y celulares desechados ha mirado hacia el continente Africano.

Lamentablemente, en promedio, sólo el 25 por ciento de estos aparatos resulta reutilizable, todo lo demás se almacena en futuristas basureros ciber-punk (como “La Comuna” de la fuertemente recomendada serie de anime japonés Ergo Proxy) y luego es incinerado en una infernal hoguera de productos químicos, metales y materiales plásticos, que libera una nube fuertemente toxica: ultimo y mortífero regalo de las naciones ricas a los habitantes de esas desventuradas áreas del planeta.

La venganza africana, poca cosa frente a los irremediables daños de salud que sufren sus habitantes, llega de Ghana, donde un equipo de periodistas canadienses -investigando los efectos del e-waste en ese país- ha descubierto una falla en el sistema de seguridad de Estados Unidos.

En el basurero de Korle Lagoon, en las afueras de la ciudad mas grande de Ghana, por solo 35 dólares, los reporteros de la University of British Columbia pudieron adquirir 7 hard-drives usados, y con ellos informaciones sensibles sobre los anteriores propietarios -números de sus tarjetas de crédito e información sobre sus cuentas bancarias, entre otros canapés informativos. En particular, uno de los discos, propiedad de un empleado de Northrop Grumman –una empresa que ofrece servicios de seguridad al gobierno de Estados Unidos- detonó una verdadera caja de Pandora: desde sus entrañas brotaron centenares de contratos gubernamentales, muchos de ellos involucran al Pentágono, por cifras que suman más de 22 millones de dólares. El disco contenía también las instrucciones para mantener la seguridad de los datos, pero nada estaba encriptado.

Denuncia James Dury, quien trabaja en seguridad de datos para el FBI:

“Los contratos del gobierno deberían de ser confidenciales. Si yo descubro como el gobierno recluta la gente para los trabajos de seguridad, podría entonces entrenar una persona que encaje en ese modelo y meterlo adentro. Si yo tengo mi gente adentro, el gobierno pierde su seguridad.”

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Y por supuesto, como afirma Peter Klein –jefe del equipo de investigación- la policía del Ghana informa que distintas bandas criminales operan en el basurero (apodado Sodoma y Gomorra, entre los locales) rastreando el contenido en búsqueda de datos útiles y vendibles al mercado negro de la información.

Los únicos beneficiados de este desastre humano y ambiental (junto con los países ricos que se liberan de su tecno-basura) son las “mafias” locales, mientras la población en general y los trabajadores del vertedero sufren condiciones muy adversas:

“La vida esta muy difícil –declara el periodista Ghanense Mike Anane- ellos comen aquí, rodeados por desechos electrónicos. Básicamente están buscando ganarse la vida, pero uno se puede fácilmente imaginar las condiciones de salud implícitas en su vida diaria.”

En China (país pionero) el comercio de tecno-basura se ha vuelto un negocio millonario. La sureña ciudad de Guiyu, por ejemplo, conocida como “the dirty little secret of the hi-tech industry” ha sido literalmente construida alrededor del trash-business. Un escenario apocalíptico formado por millas y millas de nada mas que viejos componentes electrónicos.

El activista ambiental Jim Puckett afirma frente a este escenario:

“Las mujeres de aquí literalmente cocinan tarjetas y circuitos para extraer las pequeñas cantidades de oro que contienen. Están sentadas ahí, respirando el humo de la lata y de las soldaduras de plomo, es abrumador…”

Según la organización de Greenpeace, la regulación internacional ha prohibido la exportación de ciberdeshechos a los países en desarrollo, pero generalmente estas reglas son ignoradas. Esta práctica permanece como algo legal en Estados Unidos, y a pesar de que este país ha firmado la Convención de Basilea, creada en 1980 para contrarrestar los efectos de este tipo de basura tecnológica, los estadounidenses aún no han rectificado su compromiso.

En el primer mundo a nadie parece preocupar realmente esta futurista amenaza, una solución ecológica al problema implicaría gastos que las empresas no quieren enfrentar. Ojala no sea necesario esperar el llanto del primer niño hibrido hombre-maquina salir de algún basurero hi-tech de África o China, para que los gobiernos empiecen a tomar medidas para contener este desastre.

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jueves, 9 de julio de 2009

El caso Mahmoud Abu Rideh: denigrante injusticia en la tierra de los Windsor

Mahmoud_Abu_Rideh Arrestado brutalmente en Gran Bretaña en diciembre 2001, por presuntas actividades terroristas, Mahmoud Abu Rideh ha sido mantenido en diversos formatos de detención durante 8 años. En ese lapso de tiempo no se ha presentado prueba alguna que acredite su culpabilidad, y ni siquiera se ha formalizado acusación concreta en su contra. Un hombre inocente enjaulado sin piedad en un cautiverio kafkiano que ha dejado rastros evidentes tanto en su cuerpo físico, como en su dimensión mental.

En una carta enviada recientemente al diario inglés The Independent, Dina Al Jnidi, esposa de Abu Rideh, afirmó:

“Mi vida esta arruinada: no puedo dormir, lloro todo el tiempo y también mis hijos se han visto afectados. Responsabilizo Tony Blair, la Cámara de los Lores, la Reina, los políticos y el Parlamento: todos ellos tienen las manos sucias”

Desaparecido y presentado con vida por las autoridades inglesas hasta después de 40 dias, desde de un primer momento Mahmoud confiesa a su esposa las violentas torturas y privaciones que padece en la cárcel. El tiempo pasa. Nada de pruebas, nada de acusaciones. El hombre no aguanta mas: cae en una profunda depresión y lo transfieren al hospital psiquiátrico de Broadmoor, donde, según la esposa, a comenzado a herirse a si mismo en tributo a su desesperación que ya hace estragos psíquicos en él.

En 2005 este palestino es “liberado” y puesto a detención domiciliaria, según lo que estipula el Prevention of Terrorism Act: pulsera electrónica, obligación a una firma digital rutinaria, nada de Internet para el y sus familiares, ni visitas no autorizadas por el Ministerio del Interior. Un denigrante marco normativo que permanece hasta la fecha, a pesar de las sentencias contrarias de la Corte Europea de Justicia y Derechos Humanos.

En 2007 el presunto terrorista declaró frente a la Corte de Justicia:

“No tengo derechos humanos en este país. Mátenme como ellos mataron a Saddam. Como Blair y Bush han matado a muchos. ¿Quieren que me mate yo solo? Tengo una navaja…”

Al pronunciar esa frase Abu Rideh extrae del bolsillo una navaja y amenaza con cortarse las venas. La pronta reacción de su siquiatra evitó esta tragedia.

La esposa, exasperada, ha dejado por fin Gran Bretaña, en compañía de sus cinco hijos para establecerse en Jordania, mientras a Mahmoud se le había negado el permiso para seguirlos. Hasta el jueves pasado, fecha en que después de años de batallas legales, y gracias al apoyo de Amnistía Internacional, le fue concedida la autorización para salir a Jordania y reunirse con sus familiares: en dos semanas Mahmoud Abu Rideh tendrá, por fin, la oportunidad de dejar el país que le propinó un trato de denigración absoluta, sin jamás haberle imputado ninguna acusación formal.

“Mi esposo y yo – dice Dina – nos escapamos de las torturas de los israelíes para encontrar una situación aun peor en Gran Bretaña. Yo soy británica, mis hijos también. ¿Cómo podemos aceptar ser tratados de tal manera? Quizá ahora podré tratar de reparar el daño que le han hecho a mis hijos, las heridas emocionales que tendrán que sufrir por quien sabe cuanto tiempo mas. Y podré por fin tratar de olvidar el Terrorism Act, la brutalidad de la policía, los abusos y las torturas que sufrió mi esposo.”

Firma la petición para liberar a Mahmoud Abu Rideh

viernes, 3 de julio de 2009

La nube Asperatus a punto de confirmarse como una nueva especie

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Como hace poco compartimos en Pijama Surf con ustedes, The Cloud Aprecietation Society anunció la aparición de una nueva e impresionante nube en nuestros cielos, una formación que nunca se había apreciado antes.

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Gavin Pretor-Pinney, Presidente de la asociación, ya presentó una petición a la World Meteorological Organization para que el Asperatus (nombre de bautismo de la nueva nube, termino usado por los poetas clásicos para describir el mar en presencia de fuertes vientos) sea introducido en el International Cloud Atlas.

Como en un sueño Escheriano de un mundo al revés, donde un mar agitado y obscuro ocupa el lugar del cielo, el Asperatus se ha manifestado principalmente en Inglaterra y Nueva Zelandia, sin embrago no han faltado pruebas fotográficas de su presencia en otros países.

No sabemos aun si la WMO aceptará la petición -el ultimo antecedente es de 1953- pero podemos, mientras tanto, apreciar el lisérgico Asperatus en las explosivas fotos publicadas por The Cloud Apreciation Society; augurándonos que una de esta formaciones aparezca un día por encima de nuestras cabezas y podamos surfear en pijama a través de sus asombrosas olas gigantes.


Mammatus en Nueva York

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Como si el cielo resintiera los extraños tiempos que estamos viviendo (las pandemias, experimentos genéticos, la muerte de un intoxicado Rey del Pop…), a escasos 30 meses de la simbólica fecha del 2012, y nos quisiera cobijar con suaves y maternales excentricidades para la vista y el meta tacto atmosféricos, hace apenas 5 días, el viernes pasado, al atardecer, la ciudad de Nueva York fue amamantada por un cielo de un extraño tipo de nube conocido como Mammatus. Los neoyorquinos pudieron apreciar las ubres color oro y vainilla que cubrieron su cielo y quizá les recordaron que la naturaleza es mucho más allá de las finanzas, el rush hour, el night life, e incluso que la diversidad cultural.

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